Concurso Museo Provincial de Arte Contemporáneo Mar del Plata

Proyecto

Arquitectos
Javier Fernández Castro – Matías Tozzini – Santiago Bozzola

Colaboradores
Matías Torres – Federico Kuleckjian – Rodrigo Vela

Superficie del terreno
10000 m2

Superficie de proyecto
6400 m2

Uso
Museo

Ubicación
Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina

Año
2009

Mar concreto.

Un museo de arte contemporáneo debe plantearse como un ámbito de producción cultural. Frente al uso tradicional de mero contenedor y mostrador de objetos, debe configurar un espacio educativo abierto, sirviendo a la interpretación de las diversas modalidades y formatos de las expresiones artísticas actuales.

La concepción del edificio, en consecuencia, no puede surgir de una actualización estilística de los tradicionales palacios decimonónicos, sino por el contrario debe ser manifiesto concreto de la complejidad y diversidad de los nuevos contextos de producción y sentido.

Un espacio para el arte contemporáneo debe, en definitiva, permitir recorridos libres y múltiples, que en su calificación y organización incluyen las obras en interacción con el propio paisaje natural – artificial propuesto por la arquitectura.

En estos recorridos el visitante no es un mero espectador de objetos sino un sujeto constructor de imágenes alimentadas por la producción artística y el propio espacio arquitectónico en diálogo.

Si bien el tema plantea invariantes globales, la presencia de significados locales debe ser planteada en su configuración en escala macro como expresión de las proyecciones de la cultura local contemporánea y en escala micro en su relación con el paisaje y el tejido de su entorno, sobre el que se pretende agente de reconversión urbana, oportunidad desencadenante de futuros desarrollos y calificaciones.

No abundan en nuestra arquitectura ejemplos de edificios de museos pensados desde el origen para su finalidad. En su mayoría corresponden a espacios patrimoniales reconvertidos a las funciones de exposición o representan relecturas de edificios internacionales. La potencialidad del concurso radica precisamente en la inusual oportunidad de definir el significado contemporáneo de un museo en la Argentina, en un enclave urbano paisajístico excepcional.

Se trata para nosotros de producir un claro mensaje enmarcado en el Bicentenario: entender la cultura local en su originalidad y potencial transformador, herencia recibida y a la vez necesidad de proyección y construcción permanente.

El contexto.

La localización elegida sobre el litoral marítimo representa una primera acción atractora para el desarrollo de las tierras fiscales hoy indeterminadas, capaz de tensar el frente urbano hacia el norte y definir una nueva postal en el imaginario marplatense. La Mar del Plata tradicional está representada por el conjunto de Bustillo, la del estado de bienestar en las instalaciones de Chapadmalal, la posmodernidad en La Perla testiana, la del siglo XXI es una construcción aún pendiente, un mandato para el MPAC.

La propuesta urbana respeta las decisiones básicas del programa, definiendo dos componentes básicas:

-una manzana pública unificada, conteniendo el museo y los futuros equipamientos sugeridos, configurando la fachada de un parque de borde, que se conecta a su vez con la playa y se proyecta en el mar reformulando el espigón de defensa preexistente.

-dos manzanas de vivienda con un tejido de pasajes, densificando la transición entre el barrio jardín y la macro manzana pública.

El museo se decide en contraste con su entorno físico inmediato, un referente distintivo en un tejido de baja densidad donde priman los vacíos rodeando viviendas discontinuas. Por el contrario, construye las cuatro fachadas del predio, invirtiendo las relaciones entre exterior e interior presentes en el contexto. El edificio cumple con su escala al constituir una unidad de tejido completa, una manzana con limitantes concretas y virtuales definidas.

La presencia del horizonte marino infinito incita en la llanura a elevarse, constituyendo un punto de avistamiento del paisaje. Tres nuevos horizontes artificiales, el de la cota cero en plaza seca, el de la cota cuatro como museo propiamente dicho, y el de la cota variable de la terraza accesible constituyen un conjunto de espacios urbanos superpuestos, independientes o interdependientes en sus usos de acuerdo con las necesidades.

La presencia hormigonera y resistente, el espacio principal elevado en función de las perspectivas, refieren inevitablemente a los hitos de la modernidad marplatense: el Ariston de Breuer, Catalano y Coire; la casa de Williams para su padre; el acceso memorial de Baliero; conjugados aquí con evocaciones de Candela y Dieste, en un intento de resignificación contemporánea. Nuestra modernidad inconclusa es recuperada con la conciencia de su necesaria adecuación a nuevas solicitaciones socioculturales.

La configuración.

El edificio resulta de una articulación compleja de dos unidades concretas fundamentales, que en sus intersticios e inflexiones definen un espacio virtual único de recorrido con calificadas gradaciones.

Se resume en dos losas de hormigón suspendidas y vinculadas:

-Los pliegues de la primera losa, derramando sobre el suelo, permiten los accesos y las obvias necesidades portantes, de servicios e infraestructurales, techando una plaza pública y abierta.

-Las inflexiones de la segunda losa califican en la planta cerrada ámbitos de exposición y conexión, definiendo el tránsito hacia un paisaje topográfico superior, la terraza mirador que enmarca la ciudad y el mar.

En su intersección, núcleos, pequeños nodos y un sistema perimetral de parantes dan continuidad a la estructura y definen la fachada.

El crecimiento estipulado se ha concebido por densificación interna. La imagen emblemática externa y la concepción general del edificio están así aseguradas desde la primera etapa. Tres patios iniciales asumen la superficie de las salas pendientes, fácilmente materializables en completamiento de la planta intermedia y concluyendo en sus cubiertas el paisaje de la terraza, confirmando la presencia urbana general.

La organización.

Los ámbitos se disponen como consecuencia del flujo propuesto.

La plaza techada se piensa como un espacio de eventos públicos abiertos, ámbito natural de esculturas e instalaciones, protegida de los vientos por el leve desnivel del parque, concentrando la accesibilidad desde el entorno.

De ella surge la rampa de acceso, conexión directa con el museo propiamente dicho, vinculando el espacio público con el centro exacto de la planta principal.

Coincidente con esta pendiente se dispone el auditorio, permitiendo un ingreso particularizado desde el espacio público o subordinado desde la planta superior, según los requerimientos de uso.

La planta principal se entiende como una organización libre, en direcciones radiales desde su hall central, circunscribiendo los espacios sala de exposición controlada.

El hall contiene los servicios básicos y se ramifica en conectores, intersticios entre las salas, buscando y descubriendo las imponentes visuales externas.

Las salas y los patios se constituyen como grandes alvéolos en un tejido continuo y a la vez heterogéneo. Mediante cerramientos perimetrales flexibles sus usos específicos se incorporan o separan alternativamente del continuo espacial, permitiendo infinitas organizaciones expositivas, tanto en planta como en corte, con diversas modalidades de iluminación según los requerimientos.

La primera sala audiovisual es pensada en triple altura como derrame del hall, mientras los espacios de exposición más convencional se disponen en los ángulos que en primera etapa configuran los vértices del cuadrado.

Los tres patios se rodean de carpinterías, permitiendo iluminar y ventilar la planta profunda naturalmente de ser necesario.

El espacio comprimido asciende rampante hacia la terraza topográfica, espacio público de expansión dominado por las perspectivas del paisaje.

Los sentidos.

La búsqueda de nuevas formalizaciones en esta propuesta no surge de una abstracción apriorística sino de la necesaria apuesta a la construcción de nuevos sentidos e imaginarios.

El evento de nuestro Bicentenario en el que la obra se enmarca debe resultar una ocasión no sólo para la retrospectiva, sino fundamental y principalmente para la proyectación.

Se trata de constituir patrimonio futuro, una nueva arquitectura, contemporánea, para albergar en coherencia el arte local, también contemporáneo. En definitiva, es resultado de prefigurar una institución cultural pública, pensada como un espacio abierto y complejo de producción e interpretación, enmarcado por un paisaje específico y original.